La “onda” de las redes sociales se ha vuelto tan popular que hasta en la escuela nos dan lecciones sobre ellas. Bueno, por lo menos me causó sorpresa escuchar a uno de mis “profes” tomarse toda la clase para hablarnos sobre cómo hacer uso de ellas.
Por cierto, debo reconocer que no estuve muy atenta a la explicación por estar jugando con el I-Phone que una de mis amigas llevó ese día. Pero luego me di cuenta de que soy el ejemplo perfecto de la manera incorrecta de utilizar las redes, internet y los artilugios tecnológicos que tanto acaparan nuestra atención, incluso más de la que deberíamos darles.
No es que las redes sociales -Messenger, Facebook, Hi5, Twitter, etc.- sean un vicio, como creen algunos padres que ni siquiera se dan unos minutos para conocer estos servicios, a los cuales se les puede sacar mucho provecho, siempre y cuando sean bien empleados.
Entonces, la cuestión es saber administrarlas, incluyendo el tiempo que les dedicamos y que no debe interferir con el resto de nuestras actividades (¡no solo de internet vivimos los adolescentes!). En mi humilde opinión de “usuaria teen”, creo que podemos seguir algunas pautas para ser mejores administradores de estas redes que tanto nos gustan pero muchas veces también nos complican la vida.
- Vivir con las redes, no para las redes: Está bien que sea divertido conocer las novedades de nuestros amigos, pero siempre resulta mejor preguntárselo en persona. Si no podemos hacerlo, también existe el mail y el teléfono. La idea es tomar las redes como parte de nuestra vida (dedicarle un momento no muy largo del día, de preferencia, con horario establecido) y no enviciarnos con ellas.
- No dar información extra: Al momento de personalizar nuestra información, evitemos poner más datos de los necesarios (nombre y correo electrónico). Ni siquiera es bueno poner el año de nacimiento y mucho menos nuestro número de celular, ya que desconocidos se pueden aprovechar de ello para seguir nuestros perfiles, entablar contacto y perjudicarnos de alguna manera, por ejemplo, como ocurre con el grooming.
- Dar el visto bueno: Todas las imágenes y videos donde hayamos sido etiquetados deben contar con nuestra previa aprobación. De lo contrario, podemos denunciar ese material (hay una opción para ello) o desetiquetarnos para que no violen nuestra privacidad.
- Mucho ojo con los contactos: Siempre es mejor proteger nuestro perfil, permitiendo que solo lo vean nuestros contactos actuales a menos de que aceptemos la solicitud de amistad de otras personas que conozcamos. Desconfiemos de los extraños que no siempre nos quieren agregar a su red porque les parecemos simpáticos(as).
- Cuidado con la publicidad: Específicamente en el caso de Facebook, la publicidad que aparece en nuestro perfil está relacionada a nuestra edad, nuestras páginas recomendadas, etc. Aunque muchas veces es inofensiva, otras puede conducirnos a webs engañosas o de hackers que se aprovechan de lo que nos gusta para que demos “clic” y nos llevemos el chasco de nuestras vidas.
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